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Cuadros de Miles Shipley

Conjunto de cuadros pintados por el artista enloquecido Miles Shipley, que se encuentran en la buhardilla de su casa de Londres.

Boceto en el caballete

  • En el caballete se encuentra un lienzo en el que hay abocetado a lápiz un extremo primer plano de un ojo humano. La pupila refleja fila tras fila de dientes sin fin, apilados uno sobre el otro.

Primer grupo de cuadros

  • Un retrato de una mujer hermosa, antinaturalmente pálida, durmiendo delicadamente sobre una exuberante alfombra verdosa de serpientes retorciéndose. Hay una marca de mordisco en su cuello, y su carne muestra un leve tono verduzco y enfermizo al observarse con más atención.
  • Una tormenta en el mar. Un velero a media distancia se ve sacudido por los elementos, mientras bajo el navío se pueden ver grandes sombras oscuras reuniéndose bajo las aguas tumultuosas. Aunque no puede verse el nombre del bajel, un característico mascarón de proa en forma de hombre barbudo flanqueado por dos caballos adorna la proa.
  • Dos hombres arrodillados ante un árbol de enormes dimensiones. Los frutos del árbol están podridos y llenos de gusanos. Las caras de los gusanos son extrañamente humanas. Al fondo se pueden apreciar árboles oscuros con troncos entrecruzados y ramas sinuosas.
  • Un castillo cuadrado de estilo románico alzándose en medio de un marjal. Varios cuerpos mutilados se encuentran empalados en sus murallas. Sobre el castillo vuelan en círculos cosas que no son exactamente pájaros, silueteadas contra el sol poniente, sus alas coriáceas extendidas.
  • Una pieza abstracta, realizada en tonos oscuros. A pesar de su naturaleza abstracta, la obra sugiere una superficie de carne necrótica y burbujeante, brillando con una pátina oleosa.
  • Dos amantes abrazados. Tanto el hombre como la mujer parecen haber sufrido los estragos de alguna enfermedad devastadora. Sus cuerpos están ensangrentados, corruptos, putrefactos y cubiertos de insectos.

Segundo grupo de cuadros

  • Una ciudad de torres oscuras y sin ventanas construidas en piedra negra alzándose ominosamente sobre un cielo nocturno.
  • Una mujer tirada sobre una calle empedrada de noche, chillando mientras es estrangulada por una cosa enorme hecha de humo y sombras que se enrosca alrededor de su cuerpo.
  • Un picado mostrando una cabeza de hombre desde arriba. Gran parte del cráneo ha sido retirado, y la piel ha sido abierta en solapas triangulares clavadas al cuero cabelludo, revelando el cerebro a través de la abertura. Se han pintado tumores fúngicos a lo largo del borde de la abertura.
  • Un lienzo aparentemente pintado completamente de negro. Un examen en mayor detalle revela que Shipley ha experimentado con diferentes tipos de pintura que reflejan la luz de distintas formas. Al mover la luz, los diferentes reflejos revelan un horror humanoide sin cara, con grandes y gráciles alas coriáceas extendidas tras de sí.
  • Un bebé en una cuna, en una habitación oscura pintada con inquietantes claroscuros. Una gran multitud de diminutas serpientes devoran el cuerpo del infante.

Tercer grupo de cuadros

  • Un hombre tendido sobre una losa de piedra negra. Los ojos del hombre miran directamente al espectador. Su torso inferior se disuelve en un aluvión de escarabajos negros. La losa de piedra está cubierta de grabados en caracteres griegos.
  • Una playa de arena bajo un cielo plomizo y grisáceo encapotado con nubes oscuras de lluvia. Sobre la arena hay una criatura enorme vagamente parecida a una estrella de mar, pero que no lo es exactamente. Un examen más a fondo del cuadro revela que los trazos de pincel se unen sutilmente creando una textura de caras humanos e inhumanas, retorcidas en expresiones grotescas.
  • Un monje rezando frente a un inmenso crucifijo de madera. En el crucifijo se ve a Cristo clavado a la cruz, claramente esculpido también en madera, pero con el cuerpo cubierto de ojos verdosos y penetrantes que brotan de la carne del Mesías. Estos ojos escrutan la escena, con una aterradora semblanza de vida.
  • Una escena nocturna de la sabana, de la que se alza una vasta montaña negra. Una enorme e imponente figura se alza sobre la montaña, ocultando la luna. Su cabeza es un enorme zarcillo rojizo, y la figura entera parece consistir en un gigantesco tentáculo purpúreo culminado en rojo y soportado por un conjunto de zarcillos de menor tamaño que se apoyan en la montaña. Junto a un edificio que parece un templo, en la ladera de la montaña, se pueden apreciar diminutas figuras humanas alzando las manos de forma suplicante hacia la criatura. Cada una de estas figuras lleva un tocado en forma de capirote rojo similar a los que llevan los acólitos de la Lengua Sangrienta de Nueva York.

Cuarto grupo de cuadros

  • Una figura humanoide hecha de sogas y trozos de madera atados juntos, alzándose a horcajadas sobre la cima de una colina. Donde deberían estar sus manos si fuera una persona se encuentran en cambios dos nudos corredizos de los que penden ahorcados un hombre y una mujer, sus cuellos retorcidos en ángulos antinaturales.
  • Un cuadro sorprendentemente normal de una ventana de un apartamento visto desde fuera. La nieve se acumula en el dintel de la ventana, iluminada por una invernal luz fría y apagada. En el interior, a través de la ventana, se ve un despacho con un sillón orejero de espaldas a la ventana, del que se ve asomar la coronilla de un hombre sentado en él. A ambos lados del sillón yacen dos perros dóberman pinscher de color negro.
  • Una colina de noche. Varias figuras oscuras danzan a la luz de un fuego. En el cielo se aprecia una única estrella rutilando de forma inusualmente brillante. Un examen más a fondo permite revelar que Shipley pintó varias otras estrellas con otro tipo de pintura negra que refleja la luz de forma diferente, permitiendo ver estas constelaciones únicamente cuando la luz incide sobre el cuadro desde un ángulo concreto.
  • Un bodegón de un ánfora, decorada con dibujos de figuras silueteadas en negro típicas del estilo clásico griego. Las figuras que decoran la urna están representadas realizando crueles mutilaciones sobre víctimas atadas, y copulando carnalmente con cosas humanoides pero deformes, retorcidas hacia atrás de maneras antinaturales.
  • Un retrato de un hombre en el que el autor ha pintado el cuerpo de forma rudimentaria e informe, hinchado e inflamado. El hombre se encuentra en sombras, sentado en un jardín. Delgadas serpientes verdes se arrastran entre las malas hierbas, y el cielo sobre la imagen parece borroso y antinatural.

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